El andar del borracho y los directivos musicales


Quien piense que relaciono el andar de un borracho y los directivos musicales porque crea que estos hacen mucho ejercicio de barra y brazo, está equivocado. El andar del borracho es un magnifico libro que he leído hace poco. Está escrito por Leonard Mlodinow y trata sobre el azar y las leyes de la aleatoriedad.

En la página 224, cuando comenta las interpretaciones deterministas versus las no deterministas del mercado cultural, describe una investigación que demuestra la «superioridad» de la interpretación No determinista sobre la determinista en la compra-venta de música. Para dicho estudio, se reclutaron 14.341 participantes que se dividieron en 9 grupos totalmente independientes: 8 de ellos formaron 8 mundos completamente separados y cuyos integrantes podían descargar las canciones que les gustaran y ver los datos sobre la polularidad de las canciones en su mundo, es decir, el número de descargas realizadas por solo los miembros de su mundo. El noveno grupo no recibía ningún tipo de información: la idea es que eligieran canciones exclusivamente según su opinión, sin dejarse influir por las opiniones de los demás y, por tanto, se basaran en la calidad de las canciones.

Para sorpresa de los deterministas, en cada mundo resultó una clasificación (en base a las descargas) particular y diferente del resto, incluso del noveno grupo. Es más, canciones que estaban muy bien clasificadas en uno, estaban al final en otros. Para los No determinitas, el resultado fue claro: las canciones que, por influencias del azar alzanzaban una ventaja temprana, su aparente popularidad influía en los futuros oyentes.

Con estos datos, parece que estas empresas del mundo cultural que dicen servir, antetodo, para publicitar la cultura, que se agrupan para proponer dudosos estudios sobre la influencia de las descargas en las ventas (negativamente, por supuesto) y que consiguen influir sobre los gobiernos para antentar contra algunos de nuestros derechos, son prescindibles. Y sobre todo cuando, además, con la excusa de que son ellas las que le dan publicidad a un músico, han tomado la costumbre de hacer firmar a sus músicos contratos leoninos en los que cobran por los conciertos de los músicos.

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